. Cuencas de Lurín,Chillón y Rímac afrontan crecimiento de industria informal
. El 40% de la expansion urbana en los conos se hizo sobre tierras fértiles
SALIDAS PLANTEADAS
El valle del río Lurín es el más pequeño, pero el que mejor ha sabido defenderse de la expansión urbana e industrial, pues solo ha perdido mil hectáreas. Sin embargo, el año pasado GEA actualizó el estudio de usos de suelo del valle y advirtió la presenciado 85 industrias, 38 más que hace dos años. En este breve lapso, 329 hectáreas de tierras de cultivo fueron urbanizadas.
Pese a ello, Lurín, al igual que el valle del río Chillón, aún conserva viveros, sitios arqueológicos y zonas ecoturísticas que deben ser rescatados. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) ya ha dado un gran paso al incluir al valle del río Lurín como cuenca piloto del plan Turismo para Todos.
Asimismo, en enero unas 400 personalidades, entre alcaldes, ministros y vecinos, suscribieron un pacto para proteger el medio ambiente de lima y Callao. "El Concejo de Lima se ha comprometido a revisarla zonificación de Lurín a más tardar en julio", informó Zucchetti. En tanto, el presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano de Lima, Armando García Campos, indicó que acaban de aprobar la zonificación para el área urbana del cono norte y ahora trabajan para culminar la del área rural.
Son varias las instituciones dedicadas a proteger los últimos pulmones de Lima, pero son las autoridades municipales quienes tienen la última palabra.
. El 40% de la expansion urbana en los conos se hizo sobre tierras fértiles
Los vecinos de la asociación Paraíso de Huachipa son testigos de cómo ha sido devorada la avenida Olimpo, un camino de tierra que separa sus viviendas de las ladrilleras de la zona. Las canteras, ubicadas a 50 metros de profundidad, han ganado terreno arrancando con palas mecánicas seis metros del ancho que constituía la vía, desde la superficie hasta el fondo.
Las ladrilleras viven sedientas de tierra agrícola, indispensable para la elaboración de sus productos. Según el Diagnóstico Ambiental de Cerámicos, elaborado por el Consejo Nacional del Ambiente (CONAM), ese sector que es mayoritariamente informal consume 3 627.990 toneladas de tierras de cultivo cada año. "La vía tenía 12 metros de ancho, pero ahora hasta los postes de luz han quedado dentro del cerco de las ladrilleras", explica Félix Buendía, dirigente vecinal que se resiste a creer que el verdor se haya convertido en arenal. Esta zona de Lurigancho-Chosica pertenece al ya casi extinto valle del río Rímac, que antaño recibía ese nombre con honores, pues poseía un paisaje y patrimonio natural excepcionales. Según la Oficina de Asesoría y Consultaría Ambiental (OACA), de las 15.500 hectáreas de tierras agrícolas que se contabilizaron en 1935, este valle ha perdido el 90% debido a la ocupación de fábricas, viviendas, industrias y minería que han destruido el entorno natural y han contaminado el agua y el suelo. Los rezagos luchan por no extinguirse en zonas como Santa Eulalia.
PULMONES LOTIZADOS
Las cuencas de los ríos Chillón, Lurín y Rímac, y sus respectivos valles, son las tres únicas reservas naturales de la metrópoli. Su importancia no solo radica en que abastecen de energía hidráulica a los aproximadamente ocho millones de limeños e industrias, sino en que también son la última fuente de agua subterránea, aire limpio, recreación y paisaje.
"Al denominarlas tierras agrícolas se piensa que su único fin es la producción de hortalizas, pero no es así. Constituyen una zona de amortiguamiento ante desastres naturales. Si se les hubiera respetado, no existirían riesgos de inundación como en la zona de San Diego, en San Martín de Porres", explica Sofía Hidalgo, representante de la ONG Alternativa.
De acuerdo con estudios del Grupo de Emprendimientos Ambientales (GEA), en 1935 las tres cuencas tenían en conjunto 40 mil hectáreas fértiles, pero al 2001 solo quedaban 11.500. Hoy, según personal del Ministerio de Agricultura, la cifra bordearía las 10.000 hectáreas, es decir, el 75% de la superficie del campo limeño se perdió.
“La última medición se hizo hace seis años, pero de acuerdo con la tasa promedio anual de pérdida de tierras, estos cálculos son los más aproximados", señala Anna Zucdietti, directora del GEA. Solo en el Chillón, la ONG Alternativa ha podido cuantificar que anualmente se pierden 148 hectáreas fértiles.
Lo que más ha perjudicado a los valles es que desde los años 60, lima se expandió como una mancha de aceite. Según el informe "Tendencias de ocupación de Lima Metropolitana", realizado por Alternativa, los asentamientos humanos que aparecieron en los conos (desde 1980 hasta el 2000) se instalaron en un 40% sobre sus áreas agrícolas. Por ejemplo, en el cono norte la población se centró en el sector agrícola de San Martín de Porres, Los Olivos, Carabaillo y Puente Piedra. Hoy solo en estos dos últimos distritos, el valle del Chillón aún puede recibir tal nombre.
En el cono este, la ocupación urbana ha acabado casi por completo con las parcelas en Ate-Vitarte, pero en el sur el crecimiento ha sido predominantemente en zonas eriazas. "La ocupación de industrias informales y la venta especulativa de suelo impulsadas por cooperativas de vivienda clandestinas se ha hecho a vista y paciencia de las autoridades", señala el informe.
La aprobación de ordenanzas como la 548-2003 y proyectos de zonificación inconsultos han llevado a legalizar el triste panorama.
Las ladrilleras viven sedientas de tierra agrícola, indispensable para la elaboración de sus productos. Según el Diagnóstico Ambiental de Cerámicos, elaborado por el Consejo Nacional del Ambiente (CONAM), ese sector que es mayoritariamente informal consume 3 627.990 toneladas de tierras de cultivo cada año. "La vía tenía 12 metros de ancho, pero ahora hasta los postes de luz han quedado dentro del cerco de las ladrilleras", explica Félix Buendía, dirigente vecinal que se resiste a creer que el verdor se haya convertido en arenal. Esta zona de Lurigancho-Chosica pertenece al ya casi extinto valle del río Rímac, que antaño recibía ese nombre con honores, pues poseía un paisaje y patrimonio natural excepcionales. Según la Oficina de Asesoría y Consultaría Ambiental (OACA), de las 15.500 hectáreas de tierras agrícolas que se contabilizaron en 1935, este valle ha perdido el 90% debido a la ocupación de fábricas, viviendas, industrias y minería que han destruido el entorno natural y han contaminado el agua y el suelo. Los rezagos luchan por no extinguirse en zonas como Santa Eulalia.
PULMONES LOTIZADOS
Las cuencas de los ríos Chillón, Lurín y Rímac, y sus respectivos valles, son las tres únicas reservas naturales de la metrópoli. Su importancia no solo radica en que abastecen de energía hidráulica a los aproximadamente ocho millones de limeños e industrias, sino en que también son la última fuente de agua subterránea, aire limpio, recreación y paisaje.
"Al denominarlas tierras agrícolas se piensa que su único fin es la producción de hortalizas, pero no es así. Constituyen una zona de amortiguamiento ante desastres naturales. Si se les hubiera respetado, no existirían riesgos de inundación como en la zona de San Diego, en San Martín de Porres", explica Sofía Hidalgo, representante de la ONG Alternativa.
De acuerdo con estudios del Grupo de Emprendimientos Ambientales (GEA), en 1935 las tres cuencas tenían en conjunto 40 mil hectáreas fértiles, pero al 2001 solo quedaban 11.500. Hoy, según personal del Ministerio de Agricultura, la cifra bordearía las 10.000 hectáreas, es decir, el 75% de la superficie del campo limeño se perdió.
“La última medición se hizo hace seis años, pero de acuerdo con la tasa promedio anual de pérdida de tierras, estos cálculos son los más aproximados", señala Anna Zucdietti, directora del GEA. Solo en el Chillón, la ONG Alternativa ha podido cuantificar que anualmente se pierden 148 hectáreas fértiles.
Lo que más ha perjudicado a los valles es que desde los años 60, lima se expandió como una mancha de aceite. Según el informe "Tendencias de ocupación de Lima Metropolitana", realizado por Alternativa, los asentamientos humanos que aparecieron en los conos (desde 1980 hasta el 2000) se instalaron en un 40% sobre sus áreas agrícolas. Por ejemplo, en el cono norte la población se centró en el sector agrícola de San Martín de Porres, Los Olivos, Carabaillo y Puente Piedra. Hoy solo en estos dos últimos distritos, el valle del Chillón aún puede recibir tal nombre.
En el cono este, la ocupación urbana ha acabado casi por completo con las parcelas en Ate-Vitarte, pero en el sur el crecimiento ha sido predominantemente en zonas eriazas. "La ocupación de industrias informales y la venta especulativa de suelo impulsadas por cooperativas de vivienda clandestinas se ha hecho a vista y paciencia de las autoridades", señala el informe.
La aprobación de ordenanzas como la 548-2003 y proyectos de zonificación inconsultos han llevado a legalizar el triste panorama.
SALIDAS PLANTEADAS
El valle del río Lurín es el más pequeño, pero el que mejor ha sabido defenderse de la expansión urbana e industrial, pues solo ha perdido mil hectáreas. Sin embargo, el año pasado GEA actualizó el estudio de usos de suelo del valle y advirtió la presenciado 85 industrias, 38 más que hace dos años. En este breve lapso, 329 hectáreas de tierras de cultivo fueron urbanizadas.
Pese a ello, Lurín, al igual que el valle del río Chillón, aún conserva viveros, sitios arqueológicos y zonas ecoturísticas que deben ser rescatados. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) ya ha dado un gran paso al incluir al valle del río Lurín como cuenca piloto del plan Turismo para Todos.
Asimismo, en enero unas 400 personalidades, entre alcaldes, ministros y vecinos, suscribieron un pacto para proteger el medio ambiente de lima y Callao. "El Concejo de Lima se ha comprometido a revisarla zonificación de Lurín a más tardar en julio", informó Zucchetti. En tanto, el presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano de Lima, Armando García Campos, indicó que acaban de aprobar la zonificación para el área urbana del cono norte y ahora trabajan para culminar la del área rural.
Son varias las instituciones dedicadas a proteger los últimos pulmones de Lima, pero son las autoridades municipales quienes tienen la última palabra.
2 comentarios:
PERO TODO ESTO SE DEBE AL OLVIDO DE POR SIGLOS,DE LAS PERSONAS DEL CAMPO SUMIDAS EN LA POBREZA Y OLYVIDO QUE TUVIERON QUE MIGRAR DE SUS TIERRAS A LIMA DE LAS PERIFERIAS ,POR PARTE DE LOS YA DE ANTAÑO CLASE A, DE LIMA.
Cuál es la fuente de la ONG alternativa?
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