viernes, abril 17, 2009

El nacimiento del tercer debate

Por: Tomás Unger

Estamos celebrando el aniversario 150 del segundo enfrentamiento frontal entre la ciencia y las creencias dominantes en la sociedad de 1859. La primera ocurrió en el siglo XVII cuando Copérnico y Galileo sacaron a la Tierra del centro del universo. Hasta entonces los conocimientos astronómicos reforzaban los dogmas, acomodando las observaciones a las ideas preconcebidas (el sistema de Ptolomeo) o usando el dogma para explicarlos como hicieron los mayas, entre otros.

Eventualmente, la lógica y el nuevo conocimiento se impusieron y el sistema heliocéntrico fue aceptado, aunque para entonces Galileo ya había muerto. Una vez que comenzó a dar vueltas al Sol, la pérdida de importancia de la Tierra fue gradual y la transición cada vez menos conflictiva. En 1859, con la publicación de “El origen de las especies”, Darwin lanzó una nueva bomba contra el dogma e inició el segundo debate. También tomó tiempo, esta vez menos, para que la evolución fuera aceptada, aunque aún no por todos. Ahora surge un nuevo campo de conflicto.

LA NUEVA FRONTERA
Aun siendo producto de la evolución en un planeta chiquito en los suburbios de una de 100.000 millones de galaxias, seguimos siendo especiales. Las diferencias con las demás formas de vida son evidentes, si no en lo biológico en lo espiritual. Arte y ciencia son actividades exclusivas del hombre que lo hace único, al menos hasta donde sabemos. Somos conscientes de nuestra individualidad, tenemos sentimientos, razonamos y tomamos decisiones.

Tenemos cuerpo (soma)* y alma o mente (psique)*. Ahora los neurólogos están tratando de ubicar la psique en el soma. La tomografía PET**, la electroencefalografía y los psicofármacos los están ayudando. Se ha descubierto que los procesos que gobiernan nuestras sensaciones, emociones, recuerdos, decisiones y estados anímicos se llevan a cabo por señales electroquímicas. Miles de millones de neuronas con billones de conexiones procesan nuestros pensamientos.

"Ahora los neurologos estan tratando de ubicar el alma (psique) en el cuerpo (soma)"

EL HARDWARE
El cerebro y el sistema nervioso forman el procesador, nuestro “hardware”, y el cerebro es el centro del sistema (¿CPU?). Tenemos sensores acústicos, ópticos, térmicos, olfatorios, de presión y dinámicos. La información que recibimos es decodificada y va a la memoria. Lo que aprendemos, sentimos, registramos y recordamos a lo largo de nuestra vida es la mente, nuestro “software”; los múltiples complejos procesos de conmutación y comunicación que determinan nuestra individualidad.

A pesar de sus prodigiosas memorias y velocidad de procesamiento, las supercomputadoras son juguetes de cuerda al lado de la mente humana. Nuestro software está en constante evolución y toma decisiones en función de variables que ninguna máquina puede procesar. Además, tiene la habilidad no programable de inventar e imaginar lo que no existe. Sin embargo, hemos descubierto que la mente necesita hardware, una complejísima red física de circuitos que se pueden manipular del exterior, física y químicamente, con bisturí, electricidad y drogas.

"Mientras tanto,no sabemos que pasa con nuestra psique cuando desaparece el soma"

SIN ENCHUFE
A diferencia de las sencillas computadoras, nuestro sistema funciona en forma ininterrumpida, movida por objetivos y no por algoritmos***. Tenemos subsistemas automáticos que se encargan de proteger los procesadores y proveer la energía. No necesitamos enchufe.

Nuestra memoria tiene jerarquías, acceso múltiple y una asombrosa capacidad de procesamiento que misteriosamente no ejecuta los pasos de un algoritmo, compensando así su reducido tamaño físico. Todavía no sabemos cómo lo hace y es probable que nunca lo sepamos, pero hemos descubierto con qué lo hace: nuestro hardware orgánico de increíble complejidad.

La mente (psique) requiere del cuerpo (soma) para operar. A diferencia de la computadora, nuestro software no descansa. Si se corta la corriente en el barrio, miles de computadoras se apagan y, cuando regresa, despiertan con amnesia parcial. Olvidan lo que no se ha guardado, pero sus programas y memoria siguen intactos. El hardware mineral de la computadora puede quedar inactivo como una piedra, el nuestro no.

Cuando nuestra máquina queda sin energía y la sangre no llega al cerebro por unos minutos, nuestros programas no se reactivan. Aun si la máquina vuelve a arrancar, como se da ocasionalmente, la mente deja de funcionar. Eventualmente el “desenchufe” es definitivo, el hardware orgánico se descompone y es irrecuperable. Al morir, si aún existe, el sistema se queda sin procesador.

LO PSICOSOMÁTICO
Se ha descubierto que la relación mente-cuerpo es inseparable. Además lo es en más de un sentido. Nuestro software maneja conscientemente la máquina a través de un sistema de músculos, tendones, etc. Simultáneamente, sin que tengamos conciencia de ello, influye en los procesos automáticos a distintos niveles. Desde los latidos del corazón hasta nuestro sistema inmune son afectados por nuestros estados de ánimo y emociones.

Se podría llenar bibliotecas con lo escrito sobre el poder de la mente y especulado sobre su naturaleza. Por ahora solo hemos descubierto algo sobre la operación electroquímica del sistema y se conoce la ubicación de algunas funciones dentro del procesador. Con información obtenida por efectos de las lesiones cerebrales, electroencefalogramas y tomografía PET se está haciendo un mapa tentativo del cerebro. Aunque el terreno se conoce por disección anatómica, los billones de posibles circuitos son un misterio.

Conocemos la composición química de los neurotransmisores y con ella hemos producido psicofármacos, drogas que alteran la conducta. También sabemos que en ciertas áreas se procesa la visión, en otras el habla. Tenemos una idea sobre el lugar donde se originan las emociones, al menos algunas. Como ha sucedido con otros conocimientos, a medida que se descubren detalles de este mapa tridimensional, surgen nuevas incógnitas cada vez más complejas. Nuestro software opera de una manera en muchos casos impredecible e inexplicada. Probablemente, si aplicamos la teoría de Gödel sobre las matemáticas, inexplicable. Según Gödel, ningún sistema matemático puede explicarse sin salir fuera de él, por lo que el cerebro humano no podría explicar su propio funcionamiento.

LA INTERROGANTE
Sospecho que si llegamos a explicarlo sería en un futuro muy lejano, probablemente nunca. Mientras tanto, no sabemos qué pasa con nuestra psique cuando desaparece el soma. A medida que la neurología avanza nuestra individualidad resulta cada vez más dependiente de nuestro hardware, nuestro soma, el increíblemente complejo conjunto de sistemas que hace posible la interacción entre ambos. Esta es la más reciente etapa del conflicto entre nuestras arraigadas creencias —¿esperanzas?— y la realidad como la conocemos hoy. Alguien llamó a la prueba de Gödel “melancólica”****, lo que refleja su impacto emocional. Este es un aspecto de la ciencia sobre el cual hay acuerdo general: cuanto más descubrimos, más intrascendentes aparecemos.

* Del griego: “soma” = corporal; “psyche” = espíritu, alma o mente.
** PET (Positron Emission Tomography, tomografía por emisión de positrones).
*** Algoritmo: receta de ejecución o programa. El cerebro, distinto de la computadora, movido por objetivos de corto y largo plazo, aprende haciendo. La computadora actúa por programas y datos.
**** Melancolía: bilis negra; del griego: “cole” = bilis, “melanos” = negro.